Tengo la insana costumbre de darme ultimátums. Es algo frenético, loco, cada vez que salgo de una etapa dolorosa suelo decirme: “en lo que me quede de existencia JURO que nunca (inserte aquí situación dolorosa) de nuevo!” y por supuesto, más tardo en decir estas cosas que en volverlas a hacer. Eso me sucede con el cigarrillo después de subir un montón de escaleras y terminar ahogada, o con los dulces, después de un atracón y el correspondiente dolor de panza, y por supuesto, con las mujeres. Siempre que me rompen el corazoncito, termino diciendo: NO ME VUELVO A ENAMORAR JAMÁS!! Eso no es para mí, soy un animal solitario, bla, bla, bla… Obviamente, cuando terminé con Glorias, luego de mi periplo por el país, regresé con dos determinaciones: no vuelvo a tomar Tafil y JAMÁS volveré a enamorarme de una mujer, al menos, no me la tomaré tan serio. Y juro por Madonna que lo estaba cumpliendo, al menos fue así por un par de semanas; hasta que una mañana de esas pesadas y lentas en mi trabajo entro en mi perfil de esta ya casi extinta comunidad y me visita una chica. Comenzamos a hablar por mensajitos y ella me da su msn. Instalé a toda velocidad el programita (detesto usar el MSN, así que no lo tengo), la agrego y apenas se abre la ventana de la conversación, noto que su imagen de display es exactamente igual a la mía, sólo que en vez de estar yo con la cara tapada, sentada en una poltrona viejísima con un grafitti arriba que decía “no entiendo”, salía ella! En el mismo sitio, con la misma postura. Claro, mi sorpresa fue inmensa y la de ella, ni hablar acto seguido, me dice que la foto de ella la había tomado hacía como un mes en un montaje en un museo su ex novia llamada Alexandra un domingo en la mañana. Increíblemente, mi foto fue tomada EL MISMO DÍA, en EL MISMO LUGAR, por la tarde y mi amigo ALEXANDER había disparado el obturador. Sin comentarios. En medio de las casualidades, muertas de la risa, pero asustadas, comenzamos a hablar de cualquier cosa. Ya ni recuerdo bien, sólo recuerdo ese estado de semi-sopor, de estar en otra dimensión, pisando nubes desde mi silla de oficina… entonces me envía una mariposa, diciendo que se parecía a mi (a ella, oh!, casualidad, también le obsesionaban las mariposas). Esta es la Mormón escarlata, que ilustra esta nota. En fin, terminamos la conversación porque ella debía venir a Caracas (vivía en los Teques) a hacer no se que cosa. Acto seguido me pregunto qué haría en la tarde. Inmediatamente le dije que absolutamente nada, mientras llamaba a esta otra chica para cancelar nuestra cita, pretextando quien sabe qué tontería y quedamos de encontrarnos. Estuve toooodo el día revoloteando, entre ansiosa y feliz por mi futuro encuentro con esta chica, Christianne. Cuando llegué (un poco tarde gracias al metro), nos vimos a los ojos a lo lejos y como en una escena de Candy-Candy (pero una versión MUY lésbica) nos abrazamos, fuerte. No se, tenía la sensación de haber llegado de un largo viaje y haberme encontrado con una parte de mi que había olvidado en el camino. No se cuanto estuvimos abrazadas en medio de la Plaza Francia, sólo se que una brisa medio mágica comenzó a soplar, y las hojitas de los árboles caían sobre nosotras. Teníamos los ojos aguados y reíamos sin parar. Un poema, pues. Caminamos tomadas de la mano y la observé. Pelirroja, muy delgada, perfecta, tenia hasta esa nariz extraña, europea, que tan sexy me parece, el cabello largo, ondulado le rozaba la espalda. Sencillamente no podía creerlo.
Llegamos a un café y ambas pedimos te (nuestra bebida favorita) y comenzamos a hablar. La conversación duró como 5 horas y de repente estaba cómoda, tranquila, hicimos mil planes JUNTAS, desde irnos a vivir a Francia y tener una boutique donde hiciéramos corsets y diseñáramos ropas juntas hasta la decoración de nuestro piso. Una locura. De la nada llegaron unos grandes amigos, la conocieron, es decir, fue GENIAL. Había demasiada química entre nosotras, hasta éramos maniaco depresivas <3>
(...to be continued!)
Caroline <3>
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